lunes, 16 de febrero de 2009

The Dears @ Lunario

El sábado pude disfrutar de dos conciertos en un mismo día: primero fui a ver Shine A Light, y mas entrada la noche, fui al Lunario a ver a The Dears.

No me considero fan de esta banda, es mas, apenas los estoy conociendo. Pero debo decir que después del concierto se han ganao’ mi respeto. Sigo considerando que muchas de sus canciones son demasiado planas y les hace falta cierto toque explosivo, pero tienen otros grandes temas y todos son muy buenos músicos.

El recinto donde tocaron, el Lunario, era nuevo para mi. Sin embargo me pareció un buen lugar, no se escucha tan mal como me lo habían platicado. Ideal para ver a una banda de este estilo (al cual vulgarmente llamo “indie de colectivo” jaja)

La banda invitada para telonear, Suave As Hell, ofreció una gran presentación; aunque por ratos el público estaba tan apagado que parecía que si se dejaba de oír la música por un momento se podría oír la caída de un alfiler. En realidad estos tipos son una buena banda. Traen un pop con letras en inglés medio psicodélico-bonito-inofensivo, onda Hello Seahorse! Y un ligero toque a Juan Son en la voz, solo que menos gemidos.

El plato fuerte de la noche se sirvió de manera muy íntima. Creo que si tuviera que elegir una palabra para describir al concierto sería íntimo. Para empezar Murray Lightburn salió de entre el público y lentamente te fue acercando al escenario.

Alternando canciones como “Crisis 1&2”, “Money Babies”, “Demons”, la emotiva “Lights Off”, entre muchas mas de su útlimo disco Missiles, el líder de la banda se lucía lanzando rosas al público.

Los momentos mas intensos de la noche eran cuando Murray bajaba del escenario. En alguna ocasión lo tuve casi delante de mí cantándole a una tipa muy cerca de la cara. QUE BONITOOO. Además la gente enloqueció cuando sonó “Lost in The Plot” y cuando cerraron con “22: The Death Of All Romance”.

Todo muy bien en general, a ratos me parecía que el “Morrisey negro” (como algunos lo llaman) era demasiado azotado y cruzaba la delgada línea entre dramatismo y berrinche, pero supongo que eso tiene su encanto.

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