Si no les bastaba la sensualidad abundante que se podía encontrar en todas las chicas de Austra, prepárense para escuchar el proyecto de Maya Postepski, baterista de dicha agrupación, quien ha decidido que no quiere quedarse hasta atrás en el escenario y se ha aliado con Robert Alfons para lanzar uno de los álbumes de electropop más intensos en mucho tiempo.
Una portada horrorosa hace que el debut de Trust sea algo misterioso hasta haber cruzado el umbral de “Shoom”, momento en el cual uno se entrega a una vorágine de las canciones más adecuadas para la pista de baile más bizarra del mundo, conjuntando una voz más gangosa que la del monito de She Wants Revenge con unos sintetizadores dignos de los mismísimos Crystal Castles (quienes también son de Toronto; de seguro son compadres de bautizo o algo así).
Además de una gran obra como conjunto, TRST proporciona muchas canciones que funcionan como una verdadera pistola individualmente. Hay obscuridad en “The Last Dregs” y “Candy Walls”, hay telarañas musicales que se van tejiendo paso a paso hasta explotar en “Bulbform”, obsesión en “Dressed For Space” y sexualidad implícita en “Gloryhole”. No cabe duda de que Dave Gahan estaría orgulloso.
Este texto aparece en El Aleph #26
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