Sigo en el proceso de digestión de What We Saw From The Cheap Seats, el nuevo disco de Regina Spektor, pero mientras lo hago es agradable que Regina sigue siendo la misma chava prendida de siempre, esa que renta habitaciones de hoteles con decoraciones antiguas y se pone a hacer cosas que solo las chavas prendidas hacen: como jugar con manitas, pelotas, bailar en la pared y así.
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