Me he tomado toda la calma del mundo para emitir una opinión con respecto al tercer disco de The Horrors, y una opinión acertada me ha ayudado a darme cuenta que hay que rascarle bien a Skying, pues tiene mucho que ofrecer.
La historia de estos horrores es rica y camaleónica, comenzando con aquellos espantajos que imponían decorativamente mientras gritaban como si les estuvieran jalando los huevos. Después llegó una etapa muy introspectiva, en la que se consagraron como gente fina del post-punk.
En el 2011, con la grata experiencia por parte de Faris al relizar el proyecto Cat’s Eyes, la banda mostró una transformación menos drástica pero igual de notoria. Skying muestra a unos Horrors distintos y muy familiares a la vez. Y es que a pesar de que ya no tocan canción alguna de aquel ruidoso Strange House en sus directos, los muchachos con cabellos esponjados y pantalones ajustados suenan aún por ahí en “Endless blue” y “Oceans Burning”. También están esos bajos fríos pero muy secuenciales que hicieron vibrar al Primary Colours, pero mucho más disfrazados y mezclados con psicodelia ligera.
Si uno busca un riff particular, está buscando en el lugar equivocado. La especialidad del tercer trabajo de la banda británica se especializa en las atmósferas tan bien creadas. Mucho sintetizador dulce, muchos teclados, y sobre todo, Bradwan imponiendo oníricamente su voz adornada de mucho reverb.
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