Madre de Dios con la paradoja que representa el segundo disco de Florence + The Machine. Siendo objetivos: no es malo, la mujer tiene una gran voz, su música tiene un dejo de epicness y tiene muchos instrumentos que hacen que las composiciones sean suficientemente grandilocuentes para separarlas del resto de gatas que hacen pop estos días.
La tarea difícil es llegar a digerir más de una docena de canciones (son más de 12 en la versión especial que circula en la interné) que, a pesar de ser de gran calidad, llegan a sonar bastante planas, pues no hay muchas sorpresas entre una y otra. Esa es la parte decepcionante del asunto. Si recordamos su maravilloso debut Lungs, que logró colarse al octavo lugar de nuestra lista de los mejores discos del 2010, podemos hacer referencia a la amplia variedad de canciones que nos fueron presentadas, desde el pop rock ágil, la majestuosidad y todos los matices intermedios. En Ceremonials, la Welch no logra entretener de la misma forma. Cogió un poco el camino de “Cosmic Love”, fundiendo de manera un poco más acertada su voz con el resto de los instrumentos, pero aunque en las palabras se escuche como una elección acertada, el resultado no es tan convincente.
No se negará que los sencillos que han sido lanzados hasta el momento producen orgasmos auditivos instantáneos, ya que “What The Water Gave Me”, “No Light, No Light” y “Shake It Out” hacen gala de una mujer que sabe cómo hechizar con su voz. Pero eso no la salva de haber entregado un disco que puede ser catalogado como mediocre o sin chispa, pues ahí debe radicar su mayor encanto.
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